La caída del Imperio Romano significó que muchas de sus prácticas higiénicas pronto se perdieron. La gente se reunía en las iglesias para pedir a Dios su recuperación. Normalmente en ese grupo de personas había alguna persona enferma, el resto de las personas al estar agrupados se contagiaban aumentando el número de enfermos y extendiéndose la enfermedad. Durante la Edad Media, la mayoría de las personas no tenían acceso al agua potable, al baño con regularidad o a un sistema de alcantarillado. Esto causó que el nivel de enfermedades tales como la lepra y la peste aumentara y que muriera más gente. A parte de eso las enfermedades se consideraban un castigo de Dios por lo que las personas que les curaban eran monjes o sacerdotes. Se recurría a plantas medicinales para paliar los síntomas.
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